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La danza de los dogones de Mali
Una genuina puesta en escena, con un sabor tradicional a culturas antiguas que se pierde en el confín del tiempo No es lo que se llama popularmente un espectáculo. Pero es un gran espectáculo. Es una puesta en escena genuina, con un impactante sabor tradicional a culturas antiguas que se pierde en el confín de los siglos. No es una obra de teatro antigua. No es un baile histórico actualizado, ni tampoco es lo que se conoce hoy en día como una pieza cultural modernizada o dígase recreada. Es, sencillamente, un baile puro, sin ser ni pretender ser lo un atractivo turístico. Nada de nada. Es la danza dogona en estado puro.
Pura danza que cada 10 años la baila todo el País Dogón, y que cada 60 años esta escenificación la hacen más solemne con la celebración del año Sidio. La bailan los jóvenes barones de 14 a 45 años. A lo largo de 3 meses confeccionan sus mascaras creativas con la representación de diferentes simbologías animales como es la liebre, el murciélago, la hiena y el búbalo, y también de personajes relevantes de la vida cotidiana de su colectividad. Danzan para celebrar el final del duelo que han vivido a lo largo de este periodo.
Los dogones, que se refugiaron de los ataques de los Sidios en un punto recóndito de Malí, en la región de Mopti, heredaron de estos la tradición de las celebraciones festivas, donde durante un periodo de su historia tuvieron que esconderse en un enclave que fue arañado a una montaña rocosa del lugar, convirtiéndose en su día en un poblado troglodítico.
En mi reciente viaje a Mali, tuve la privilegiada ocasión de poder ver in situ en el pueblecito de Bongo un baile dogón, con música de percusión y al son del cual los jóvenes danzaban uno detrás de otro, dibujando un caprichoso ruedo, a la vez que diseñaban un catálogo de imágenes, colores y figuras de belleza plástica sin igual.
De la autenticidad del lugar, de su arquitectura, de su sabor tradicional inalterable, se dio cuenta hace unos años la UNESCO que lo clasificó como Patrimonio Cultural de la Humanidad. También el artista español de renombre internacional Miquel Barceló decidió hacer una casa en el enclave situado caprichosamente en un acantilado de Bongo, lugar donde a sus pies se configura la llanura del País Dogón, que presidida por el poblado de Bananí, y que el artista mallorquín accede a ella a través de unas estrechas y empinadas escaleras.
Los dogones, que aún viven en el lugar, mantienen todas las tradiciones milenarias, sin que con el paso del tiempo las hayan modificado un ápice. El árbol baobab es uno de los pilares en su vida cotidiana. De él extraen la corteza, con la que obtienen hilo. Con sus hojas y frutos elaboran salsas y platos para su subsistencia, cocinándolos con el cereal del mijo.
La modernidad no ha entrado en el País Dogón. Ni tan solo son sabedores, la gran mayoría de ellos, de que existen medios de comunicación tan importantes y globalizados como es Internet. ¡Ni falta que les hace! Viven muy felices. El cielo puede esperar, lo tienen garantizado.
Más información en:
Casa de Mali en España
Presidenta: Menchu Mendoza
c/ Capitán Arenas 22-24 1º 4ª
Tel. 0034 93 280 10 19
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(España)
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Foto: Pilar Rius | |
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