Varsovia, una historia escrita con lágrimas
Museo de la Insurrección, el Gueto Judío, el Castillo Real, la Barbacana y el Parque Lazienki Królewskie, referencias de visita obligada de la capital polaca



Varsovia ha escrito páginas decisivas en la historia del pasado siglo. Gueto judío, invasión alemana y rusa, holocausto, usurpación de Estado durante 123 años por los alemanes, guerras y más guerras y dominios externos extensibles al resto del país de Polonia. Los testigos que avalan estos hechos se suceden a lo largo de la ciudad. El Museo de la Insurrección es un exponente histórico que lo pone de manifiesto.
El Museo de la Insurrección está dedicado a una de las mayores batallas de la Segunda Guerra Mundial. El 1 de agosto de 1944, alrededor de 25.000 soldados del Ejercito Clandestino, mal armados, participan en la lucha contra las fuerzas alemanas, superiores en número. Esta cifra aumentaría hasta alcanzar prácticamente los 50.000 soldados. En los dos meses que duraría los encarnizados enfrentamientos, las fuerzas polacas consiguieron dominar una parte considerable de la ciudad y causar importantes daños al enemigo.
Pero la falta de ayuda necesaria por parte de los aliados, la clara superioridad técnica del Ejército alemán y el elevado número de victimas obligó a los mandos polacos a tomar la decisión de abandonar la heroica lucha, tras 63 días de conflicto. Las luchas en la ciudad, que estaba previsto que duraran unos días, se prolongan más de dos meses.
Desde el inicio del Levantamiento de Varsovia, los habitantes de la capital brindan a los insurrectos todo tipo de ayuda. Participan en la acción militar; construyen barricadas y organizan bases. Los alemanes, que se sienten amenazados por la proximidad cada vez mayor del Frente Este, dirigen a la batalla un considerable número de sus mejores unidades. Estas tienen que sofocar el Levantamiento con todos los medios disponibles, dando, de esta manera, un espantoso ejemplo a toda Europa. En la práctica, ello significa la destrucción total de la ciudad y un sinfín de actos genocidas. Los soldados de Adolf Hitler asesinan a unos 180.000 civiles de Varsovia.
Una de las exposiciones del museo gira entorno a unas palabras del delegado del Gobierno de la República de Polonia en el país y vice-primer ministro Sopo Armichu, unas palabras que más que palabras, son un lema: “queríamos ser libres, y no deberle la libertad a nadie”. Este lema recoge la compleja ocupación durante 5 años de Polonia y los dos meses del Levantamiento de Varsovia.
El Gueto Judío de Varsovia llegó a concentrar a unos 400.000 hebreos varsovitas y otros procedentes de guetos cercanos a la ciudad. Éste tuvo vida desde el año 1940 hasta mayo de 1943. Contaba con una superficie de 317 hectáreas. Poco a poco, fue menguando el terreno, hasta las 100 hectáreas y una población de unas 100.000 personas. Desde la capital varsovita se fletaban unidades de trenes con judíos hacia los campos de concentración, trabajos forzados y exterminio Auschwitz-Birkenau y Auschwitz 1.
Varsovia está trufada de legados que tienen que ver con la historia de la Segunda Guerra Mundial. El monumento dedicado a los oficiales muertos por el Ejército Ruso en Katyn, luctoso acontecimiento sucedido en el año 1940 habla por si solo.
Retrocediendo en la historia, el Castillo Real de esta capital existe desde que el Rey Segismundo III trasladó la capital de Cracovia a Varsovia en 1596. Éste creó la Unión de Brest, un pacto que intentaba atraer parte de los fieles ortodoxos bielorrusos y ucranianos a la Iglesia Católica. Con motivo del traslado, su hijo Ladislao IV mandó construir enfrente de esta fortaleza la columna que lleva su nombre.
El motivo del cambio de capitalidad reúne varias razones, aunque la principal es debido a que Polonia y Lituania tenían una unión durante 4 siglos. Los lituanos tenían muy lejos la capital, Cracovia. Esto hace que el Rey y los diputados tienen que viajar de un lugar a otro, y decide trasladarla a Varsovia, ganando estas competencias a otras ciudades, solamente por esta ubicación, por que estaba en el centro de Polonia.
La Plaza Mayor de Varsovia es de una gran espectacularidad, presidiéndola ostentosos edificios que se enmarcan en diversos estilos arquitectónicos que ha imprimido la historia de la ciudad polaca. El restaurante Fukiera de Magda Gessler, es el establecimiento que pertenece a esta cocinera que estuvo ejerciendo la profesión durante unos años en la Casa Real Española, se sitúa en un lugar de privilegio de la plazuela. En esta plaza las mujeres, en otras épocas, vendían productos artesanos de la alimentación, como son frutas y verduras. Lleva el nombre de Szeroki Dunaj.
La Barbacana, que fue proyectada en el siglo XVI, es una pequeña fortaleza que forma parte de la muralla defensiva y es al mismo tiempo una de las puertas de la ciudad, que con el tiempo ha sido reconstruida en diversas ocasiones. Paseando por las calles de Varsovia y a un tiro de piedra de la Plaza Mayor, nos sorprende una modesta casa que, en un principio podría pasar desapercibida, pero que se trata del lugar donde nació la primera mujer que obtuvo en 1903 el Premio Nobel de Química y Física, Marie Curie, científica que descubrió el Polonio y el radio. En 1911, obtuvo su segundo Premio Nobel de Química por las investigaciones sobre el radio.


En el Parque Lazienki Królewskie es donde cada jueves el Rey Estanislao III recibia a sus invitados, exclusivamente hombres, en su palacio de verano, con los cuáles discutía sobre política y otros temas relacionados con la cultura. Aquí descansaba en medio de un fenomenal invernadero, dotado el parque de un teatro que corresponde al siglo XVIII. A partir de mayo de cada año, se organiza, en éste, un cartel musical y de representación teatral. También en sus jardines lo preside una estatua del músico Federico Chopin. Pegado a la puerta principal de acceso está situado el que fue el Palacio Presidencial de Lech Walesa.


La Casita Blanca del Parque Lazienki Królewskie tiene unas dimensiones muy pequeñas y servía para acoger la familia real de Estanislao II Augusto Poniatowski y para las mujeres del Rey, que nunca estuvo casado, aunque si tuvo bastantes amantes, mujeres que no podían residir en el Palacio Real.
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Fotos: Pilar Rius