Visita histórica-turística guiada al Palacio de verano de Sissí y de Francisco José  
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Visita histórica-turística guiada al Palacio de verano de Sissí y de Francisco José

La antigua residencia de la familia del emperador, es una de las construcciones barrocas más impresionante de Europa. Desde 1569 pertenece a los Habsburgo

Sala de la Guardia

En esta sala se apostaba la guardia del emperador Francisco José, que vigilaba el acceso a los aposentos del emperador. El palacio se calentaba con chimeneas de cerámica, a su derecha en esta sala, puede apreciar una. Para no molestar a la familia imperial y evitar ensuciar, el palacio se calentaba por un pasillo que discurría por detrás de las habitaciones. Originalmente las estufas se calentaban con madera. A partir del siglo XIX se instaló una calefacción por aire caliente, que ya no funciona desde 1992.

Sala de Billar

Francisco José concedía audiencias dos veces por semana y esta sala hacia las funciones de sala de espera para audiencias. La mesa de billar, que pertenecía ya al abuelo de Francisco José, el emperador Francisco II/I, sirvió de entretenimiento a los componentes del cuerpo militar. En las paredes se distinguen tres grandes pinturas, la del centro representa la primera concesión de la Orden de María Teresa en el año 1758. Esta orden fundada por María Teresa era la primera orden de mérito de la monarquía y una de las más altas condecoraciones de la casa imperial. Las pinturas izquierda y derecha conmemoran la celebración del centenario de la fundación de la orden. Francisco José celebró, en esta ocasión, un suntuoso banquete en la gran galería y una recepción en el parque de palacio.

Sala de Nogal

El magnífico revestimiento de madera de nogal da nombre a esta sala. Los frisos dorados y las repisas que la adornan, pertenecen todavía a la decoración original rococó de tiempos de María Teresa. La araña de cristal procede del siglo XIX. Francisco José se sirvió de esta sala para recibir en audiencia. Presentarse en audiencia ante el emperador podía tener como finalidad mostrar agradecimiento por una condecoración, formular una petición, o realizar una presentación al conseguir un puesto oficial. Francisco José llegó a recibir en una mañana hasta cien personas. Era famoso por su prodigiosa memoria para las personas – nunca olvidaba un nombre o una cara, que había visto una vez. Las audiencias, que el emperador finalizaba con una leve señal afirmativa con la cabeza, duraban normalmente algunos minutos.

Gabinete de Francisco José

Francisco José accedió al trono imperial austriaco a la edad de 18 años. Cubría diariamente un enorme espectro de trabajo – su jornada laboral comenzaba antes de las cinco de la mañana. El emperador pasaba el día en el escritorio, que puede apreciar a su derecha; aquí estudiaba actas, y en él le servían el desayuno y la comida. De esta forma transcurría la vida del primer funcionario de su estado principalmente en su escritorio.

En sus aposentos privados, el emperador renunció a una aparatosa decoración. Se conformaba con pinturas privadas, fotografías de su familia y con regalos de sus hijos y nietos. Uno de los dos grandes retratos de este gabinete nos muestra a Francisco José a la edad de 33 años, el otro presenta a su esposa, la emperatriz Isabel, quién se convirtió en un mito con el sobrenombre de Sisi.

En los aposentos privados renunció a una aparatosa decoración. Se conformaba con pinturas privadas, fotografías de su familia y regalos de su familia y nietos. En uno de los dos grandes retratos de la sala se puede ver a Francisco José a la edad de 33 años. En el otro, a la Emperatriz Isabel, que con el sobrenombre de “Sissí” de convirtió en un mito.

Dormitorio de Francisco José

La vida cotidiana del emperador transcurría según un riguroso horario, comenzaba ya a las cuatro de la madrugada en su dormitorio. Después de levantarse, procedía a su aseo matinal con agua fría, antes de posarse en el reclinatorio, para realizar su oración matinal como estricto católico que era. A la izquierda, al lado de la cama puede observar el reclinatorio utilizado. La cama de hierro da testimonio del espartano estilo de vida del emperador austriaco. En esta cama falleció Francisco José a los ochenta y seis años de edad en 1916, tras sesenta y ocho años en el trono, en medio de las turbulencias de la Primera Guerra Mundial.

La pintura del caballete muestra al emperador en su lecho de muerte. Francisco José, a lo largo de su extensa vida, recibió muchos golpes del destino: su primera hija Sofía murió a los dos años de edad, su hermano Maximiliano, emperador de Méjico, fue ejecutado por los revolucionarios; luego tuvo lugar el trágico suicidio de su único hijo Rodolfo y la emperatriz Isabel, su esposa, fue asesinada por un anarquista italiano. A la salida de esta habitación, a la izquierda, se encuentra el aseo imperial. Fue acondicionado en 1899 por Francisco José al “estilo inglés”. Las tres pequeñas salas que se encuentran a continuación, pertenecían a los aposentos de la emperatriz Isabel.

En el gabinete de escaleras, que le servía de despacho, la emperatriz Isabel redactaba sus numerosas cartas, sus diarios y sus poemas. De aquí partía una escalera de caracol, que fue retirada al caer la monarquía, y que conducía a sus aposentos privados en la planta baja. l tocador estaba consagrado a los cuidados de belleza de la emperatriz. Isabel era considerada como una de las mujeres más bellas de su tiempo y ella era consciente de esto.

Los cuidados de belleza y el deporte para mantener su esbelta figura presidían la rutina diaria de la emperatriz – dedicaba también varias horas al día al cuidado de su espléndida caballera, que le caía hasta las rodillas. Atraviese por favor esta habitación y alcanzará la sala 9, se encontrará entonces en el dormitorio común de Francisco José e Isabel.

Dormitorio común

En el año 1854 Francisco José contrajo matrimonio con su prima Isabel, que entonces contaba con dieciséis años. Esta habitación se convirtió con motivo de su boda en dormitorio común. Francisco José idolatró a la mujer de su vida – si el cariño fue correspondido en la misma medida, queda en duda. Isabel se distanció desde un principio de la estricta vida de la corte y se convirtió, con el paso de los años, en una mujer independiente. Llevó una vida propia, marcada por extensos viajes y en escasas ocasiones permanecía en Viena. En septiembre de 1898 Isabel fue apuñalada en Ginebra por el anarquista italiano Luigi Lucheni con una lima. Tenía 61 años.

Salón de la Emperatriz

El salón de la emperatriz Isabel se caracteriza por el revestimiento de madera en blanco y dorado, la clara tapicería de seda y el magnífico mobiliario en estilo neorococó. El reloj frente al espejo contiene una esfera invertida, que permite ver la hora correctamente también en el espejo. Las pinturas al pastel del siglo XVIII merecen especial atención – muestran a los hijos de María Teresa y son obra de un renombrado artista, el pintor ginebrino Liotard, por quién María Teresa profesaba una especial admiración.

El cuadro a la izquierda de la chimenea presenta a la hija menor de María Teresa, María Antonieta, en su traje de caza. En 1770, a la edad de 15 años, fue desposada con el futuro rey francés Luís XVI, para zanjar por medio de este enlace matrimonial la antigua rivalidad entre las dinastías de los Borbones y los Habsburgo. En 1793 en el transcurso de la Revolución Francesa, María Antonieta fue ejecutada en la guillotina.

Salón de María Antonieta

El salón de María Antonieta, que hizo las funciones de comedor familiar, muestra una mesa puesta conforme al original. Los banquetes familiares seguían el estricto ceremonial cortesano – la mesa estaba siempre adornada solemnemente, en el medio se colocaban centros de mesa dorados, adornados con flores, frutas y dulces. En banquetes oficiales se servían platos franceses, en los banquetes familiares Francisco José prefería platos de la cocina vienesa como un “Wiener Schnitzel”, el escalope vienés, un estofado de buey, un “Tafelspitz”, que es un plato de buey cocido o el famoso “Kaiserschmarren”, un dulce a base de huevos.

Para poder servir los platos siempre recientes y calientes, se trasladaban desde el ala de cocina hasta los correspondientes apartamentos en unos recipientes térmicos. En una sala colindante se mantenían calientes con estufas de carbón, posteriormente con estufas de gas. El emperador se sentaba en el centro de la mesa y frente a él la emperatriz Isabel - cuando estaba presente.

Debido a que con frecuencia Isabel se sometía a rigurosas dietas, para conservar su esbelta figura, rara vez participaba en los banquetes comunes. Los banquetes familiares comenzaban normalmente a las seis de la tarde y constaban de tres a seis platos. El juego de mesa que puede observar es un préstamo de la “Platería de la Corte imperial” del Hofburg de Viena, donde se exponen una gran cantidad de objetos preciosos en porcelana y plata. Allí pueden ver entre otros los cubiertos dorados de María Teresa, así como el juego de mesa personal de la emperatriz Isabel y mucho más.

Cuarto de los Niños

El cuarto de los niños está decorado con retratos de las hijas de María Teresa. La mayoría de sus once hijas fueron casadas jóvenes por motivos políticos. A mano izquierda, junto a la puerta puede ver el retrato de María Cris-tina, la hija predilecta de María Teresa. Fue la única que pudo casarse por amor y contrajo matrimonio con Alberto de Sajonia-Teschen, el fundador del museo de la Albertina. Aquí puede echar una ojeada al cuarto de baño, que fue instalado en 1917 para Zita, la última emperatriz de los Habsburgo. Antes de continuar hacia la próxima sala puede observar la sala de desayuno. Las aplicaciones realizadas en los medallones que decoran la pared fueron hechas por Isabel Cristina, la madre de María Teresa.

Salón Amarillo

Con el salón amarillo se inician los apartamentos situados en el lado del jardín de palacio. Aquí habría que destacar las pinturas al pastel del pintor ginebrino Liotard que presenta con gran realismo a los niños burgueses. Contrastan fuertemente con los típicos retratos cortesanos de los hijos de María Teresa, como podrá apreciar en la próxima sala. Allí se encuentra también un cuadro de María Teresa como reina húngara, obra del pintor de cámara Martin van Meytens.

Salón de los Espejos

En el salón de los espejos María Teresa organizaba celebraciones en el círculo familiar, entre otras, pequeños conciertos. En esta sala, en 1762, el niño Mozart, que tenía solamente seis años, dio su primer concierto ante la emperatriz. Después de su interpretación, escribía el orgulloso padre: “El pequeño Wolfgang saltó al regazo de su Majestad y abrazándose a su cuello la besó respetuosamente”.

Salas de Rosa

Esta habitación, así como las dos siguientes, reciben su nombre por el artista Joseph Rosa, el pintor de los paisajes. El primer cuadro inmediatamente a su izquierda, al lado de la puerta, muestra un castillo en el cantón suizo de Argovia: el Habichtsburg - la cuna de la dinastía de los Habsburgo. Puede observar también el retrato de María Teresa realizado por el pintor de cámara Martin van Meytens. María Teresa era una mujer de energía extraordinaria – tras la muerte de su padre fue capaz de defender la herencia de los Habsburgo en la Guerra de Sucesión austriaca frente a media Europa. Ella reinaba en el Imperio de los Habsburgo, mientras que su esposo Francisco Esteban de Lotaringia era emperador del Sacro Imperio Romano. Francisco Esteban se consagró a sus intereses privados, las ciencias naturales y las finanzas, los asuntos políticos se los dejo a su mujer.

Gran Galería y Pequeña Galería

La gran galería, situada en el centro del palacio, fue utilizada por la familia imperial para bailes, recepciones y banquetes de gala. Con una longitud de más de 40 metros y un ancho de casi 10 metros, la gran galería brindaba el marco ideal para las celebraciones de la corte. Decorado con espejos, adornos dorados y frescos de techo, constituye una obra de arte total del periodo rococó. Los frescos son obra del pintor italiano Gregorio Guglielmi y glorifican el reinado de María Teresa. En el fresco central puede ver a Francisco Esteban y María Teresa en el trono, franqueados por las personificaciones de las virtudes monárquicas, así como por alegorías de los dominios de la monarquía.

Las dos grandes arañas doradas en talla de madera eran armadas con 70 velas cada una, antes de ser electrificado el palacio en 1901. Desde el final de la monarquía, la Gran galería se utiliza para celebrar conciertos. En el año 1961 tuvo aquí lugar el legendario encuentro entre el presidente Kennedy y Chruschtschow. La Pequeña galería, vecina de la grande, está situada en la parte del palacio que da al jardín. Se utilizó para la celebración de santos y cumpleaños, y ofrece una maravillosa vista al parque de palacio y a la Glorieta, erigida en la colina opuesta ya en tiempos de María Teresa. En su última restauración, la pequeña galería recuperó el revestimiento blanco brillante original del siglo XIX.

Gabinetes Chinos: oval y redondo

A ambos lados de la Pequeña galería se encuentran los gabinetes Chinos: a la izquierda el oval, a la derecha el redondo. María Teresa tenía predilección por la cultura china y japonesa, muy de moda en la época. En ambos gabinetes destacan valiosos paneles Chinos lacados e insertados en revestimiento blanco de madera.

De sus marcos dorados surgen pequeñas consolas, sobre las que descansan porcelanas azules y blancas. Dignos de atención son también los suelos de parquet con sus incrustaciones artísticas. Ambos gabinetes servían de sala de juegos y de conferencias. En el gabinete Chino redondo celebraba María Teresa con su canciller, el príncipe Kaunitz, las conferencias secretas de estado y las reuniones.

Sala del Carrusel

La sala del carrusel debe su nombre a las dos grandes pinturas de la izquierda. Se muestra el carrusel de mujeres que María Teresa organizó en 1743 en la Escuela de Equitación del Hofburg, para celebrar la reconquista de Praga en la Guerra de Sucesión austriaca. En esta Escuela de Equitación –hoy denominada Escuela Española de Equitación– se realizan todavía exhibiciones de lipizanos. También María Teresa cabalga en el centro del cuadro delante de sus damas de honor sobre un lipizano. A la izquierda puede observar el retrato de Carlos VI, padre de la emperatriz, en ostentoso gabán español.

Sala de Ceremonias

En la sala de ceremonias se celebraban en tiempos de María Teresa fiestas familiares, como los bautizos y las bodas. La serie de pinturas que adornan esta sala muestran los actos referentes al casamiento del hijo mayor y sucesor de María Teresa, José, con la princesa Isabel de Parma, de la dinastía borbónica. Este ciclo de pinturas incluye el famoso retrato de la emperatriz, que se presenta como “la primera dama de Europa” en un vestido de puntas de Bruselas.

La mayor de estas pinturas muestra la marcha nupcial de Isabel con un cortejo de noventa y ocho carrozas, en las que todos los invitados asistentes –la alta aristocracia europea al completo– muestran en sus carruajes sus escudos familiares.

Salón Chino Azul

El salón Chino azul fue decorado a principios del siglo XIX con el papel de arroz pintado a mano del siglo XVIII, que aún hoy podemos apreciar. Se encuentra en un sitio de especial importancia histórica: en esta sala tuvieron lugar las negociaciones que llevaron, el 11 de noviembre de 1918, al último emperador Carlos I a renunciar al poder. Al día siguiente se proclamaba la República de Austria y con ello el final del imperio de la dinastía de los Habsburgo, que se había prolongado a lo largo de más de seis cientos años. Carlos, sin embargo, no quería abdicar y finalmente tuvo que salir al exilio con su familia. En el año 1922 murió con sólo 35 años en Madeira; su esposa Zita murió en cambio, en 1989 y fue enterrada como la última emperatriz austriaca en Viena, en el Cripta de los Capuchinos.

Salón “Vieux-Laque”

El salón “Vieux-Laque” fue redecorado por María Teresa como salón conmemorativo tras la repentina muerte de su amado esposo Francisco Esteban en el año 1765. Paneles lacados en negro, procedentes de Pekín, se insertaron en el revestimiento de nogal y fueron enmarcados con molduras doradas. María Teresa no se quitó nunca jamás el traje de luto tras la muerte de su esposo Francisco Esteban. En el libro de oración de la emperatriz apareció tras su muerte una nota, en la que había anotado con exactitud la duración de su feliz matrimonio.

María Teresa encargó tres pinturas para este salón conmemorativo: en el centro puede ver el retrato de Francisco Esteban realizado por Pompeo Batoni, y obra del mismo pintor es también el doble retrato de José II y su hermano Leopoldo, realizado en Roma en 1769. Sobre la mesa, a cuya derecha se sitúa José de pie, aparece un ejemplar de la “Defensa del Espíritu de las Leyes” de Montesquieu, una de las más importantes obras de la Ilustración, cuya ideología influyó en todas las aspiraciones y reformas del joven emperador.

Salón de Napoleón

El salón de Napoleón recuerda que el emperador de los franceses residió aquí – en el que fue dormitorio de María Teresa - durante las dos ocupaciones de Viena en los años 1805 y 1809. El matrimonio de Napoleón con María Luisa, hija del emperador Francisco II/I en 1810, debía sellar la paz entre los dos soberanos. Después de la caída de Napoleón, María Luisa volvió temporalmente a la corte vienesa con su hijo. En el transcurso del Congreso de Viena de 1814/15 se le concedió finalmente el ducado de Parma – bajo la condición de que su hijo, el duque de Reichstadt, se quede en Viena. El pequeño “Prinz Franzi”, como se le conocía en la corte, como hijo de Napoleón, debía de estar alejado del ejercicio de los poderes europeos y permanecer en Viena aislado, bajo el cuidado de su abuelo.

Como manda la tradición familiar, todos los varones Habsburgo tenían que aprender un oficio burgués. Por eso, la pintura delante de usted le muestra como un pequeño jardinero. En la mesilla pueden ver a su mascota favorita, una alondra. El duque de Reichstadt murió en 1832 a la temprana edad de 21 años de una enfermedad pulmonar. El busto le representa en su lecho de muerte. La siguiente sala, el salón de las Porcelanas, nos lleva de vuelta a tiempos de María Teresa, que utilizó esta pequeña habitación como cuarto de juegos y gabinete de trabajo.

El salón entero está decorado hasta el techo con molduras de madera pintadas en blanco y azul, que imitan porcelana. Las 213 aguadas azules enmarcadas en el revestimiento fueron pintadas por Francisco Esteban y algunos de sus hijos. Una de ellos, María Cristina, esta retratada en un medallon. Era la hija favorita de la emperatriz, y le fue permitido casarse con el hombre que amaba – el duque Alberto de Sajonia-Teschen.

Salón del Millón

Esta es una de las salas más valiosas del palacio, el llamado salón del Millón. Debe su nombre al revestimiento elaborado en un tipo de madera de rosal sumamente valioso, en el que se insertan miniaturas indo-persas. Las miniaturas muestran escenas de la vida privada y cortesana de los mogoles en la India en los siglos XVI y XVII. Las miniaturas fueron cortadas por los miembros de la familia imperial y combinados en una especie de collage, formando nuevos conjuntos. En ambas partes de la sala se colocan espejos, que se reflejan recíprocamente, creándose así la ilusión de una sala infinita.

Salón de Tapices

Esta sala debe su nombre a los tapices de Bruselas del siglo XVIII que decoran no solo las paredes, sino también los sillones. Los tapices de las paredes muestran escenas del mercado y del puerto; los sillones están decorados con tapices, que representan los doce meses del año. El gabinete que continua perteneció a la archiduquesa Sofía (sala 34), formaba parte de los aposentos de los padres de Francisco José, el duque Francisco Carlos y la duquesa Sofía, que residían aquí en el siglo XIX. La ambiciosa madre Sofía no solamente perseguía de forma enérgica y exitosa la meta de situar a su hijo en el trono de los Habsburgo, sino que también era la más importante consejera política.

Contemporáneos describían a la archiduquesa como “el único hombre en la corte vienesa”. Con su nuera, la emperatriz Isabel, de la que también era su tía, mantuvo una relación muy tensa y esto contribuyó también a que Sisí nunca se encontrará cómoda en la corte vienesa. Isabel se lamentaba a menudo del continuo control y tutela de su suegra.

Salón Rojo

Los retratos, que puede observar aquí muestran a los emperadores partiendo de finales del siglo XVIII: el hijo de María Teresa, Leopoldo II, quién sucedió a José II; junto a él puede ver a su hijo Francisco, el último emperador del Sacro Imperio Romano. En el año 1806 se vio obligado por las Guerras Napoleónicas, a disolver el Sacro Imperio Romano y proclamar el Imperio Austriaco.

Así se convirtió Francisco II en el primer emperador austriaco, Francisco I. Siguiendo la tradición de los Habsburgo, Francisco II/I casó a su hija mayor, María Luisa, con Napoleón, a la segunda, Leopoldina, con el emperador de Brasil. Su retrato lo puede observar en el caballete ante usted. Los otros retratos muestran al emperador Fernando y su esposa María Ana. Fernando era el hijo mayor del emperador Francisco y recibió, en el lenguaje popular, el apelativo cariñoso de “Fernando el Bueno” – era epiléptico e incapaz de gobernar.

Quién gobernaba realmente en la monarquía austriaca en este periodo era el canciller Metternich, que también era llamado “el cochero de Europa”, ya que con mucha habilidad y diplomacia conducia la política europea.

Cama de Pabellón

La llamada “Cama de Pabellón” es hoy la única cama imperial de la corte vienesa. Fue fabricada para la boda de María Teresa y se hallaba originalmente en los aposentos de María Teresa en el Hofburg de Viena. A esta suntuosa cama de terciopelo rojo con valiosos bordados en oro y plata pertenecen también las partes del mural con elementos arquitectónicos bordados.

Gabinete de Francisco Carlos

Esta sala, así como el salón contiguo, fueron ocupados en el siglo XIX por el archiduque Francisco Carlos, padre del emperador Francisco José. Las pinturas nos llevan de nuevo a tiempos de María Teresa. El famoso retrato familiar, obra de Martin von Meytens, muestra al emperador Francisco Esteban y a María Teresa rodeados de su numerosa prole. La pareja imperial tuvo dieciséis hijos – once niñas y cinco niños, de los cuales once alcanzaron la edad adulta.

En el cuadro no aparecen dos hijos que nacieron posteriormente y tres que ya habían fallecido. Se consideraba una de las principales tareas de la familia regente, si era posible, traer al mundo muchos herederos para asegurar la continuidad de la monarquía. Frente al retrato familiar puede apreciar los retratos de las damas, que desempeñaron un papel importante en la vida de María Teresa. A la derecha del espejo su madre Isabel Cristina, a la izquierda de esta la condesa Fuchs, primero preceptora y luego persona de confianza de la emperatriz. Como señal del afecto fue la única persona que sin pertenecer a los Habsburgo fue enterrada en la Cripta de los Capuchinos en Viena, por deseo de María Teresa.

Salón de Caza

Los Habsburgo fueron apasionados cazadores – entre ellos también los padres de María Teresa, Carlos VI y su esposa Isabel Cristina, a quienes puede reconocer en ambos retratos en traje de caza en la parte izquierda de la sala; entre ellos, hay una pintura de Francisco Esteban de niño, quién sería el esposo de María Teresa. También Francisco José es conocido por su afición a la caza, ya en la infancia acechaba gorriones y palomas en el parque de Schönbrunn. Una de las pinturas muestra al fondo el palacio de Schönbrunn, tal y como fue edificado por Fischer von Erlach, como gran pabellón de caza barroco.

www.schoenbrunn.at/en
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